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miércoles, 1 de abril de 2020

“EL FEMINISMO CAMPESINO Y POPULAR, LA IDENTIDAD DE LAS CAMPESINAS Y DE LA CLASE TRABAJADORA”

I Encuentro Nacional de Mujeres Sin Tierras - Las lideresas Sin Tierra presentaron reflexiones sobre el “Feminismo Campesino y Popular”, el proceso histórico de esta construcción y las perspectivas para el próximo período.

(viacampesina.org).- El “Feminismo Campesino y Popular y la Reforma Agraria Popular”, fueron los temas de la Mesa que constó con la participación de las compañeras Itelvina Massioli y Débora Núñez, y presentó las reflexiones sobre las líneas políticas construidas por las Mujeres Sin Tierra. Estos debates se realizaron en el marco del I Encuentro Nacional de Mujeres Sin Tierras realizado a inicias de Marzo en Brasilia.
Itelvina empezó haciendo un recuento histórico del acumulado político que las campesinas desarrollaron dentro de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC, y que luego inspiró al movimiento global La Vía Campesina en todos los rincones del mundo. Resaltando así, su relevancia en la lucha política y en la defensa de la vida de las mujeres. Ella afirmó que el compromiso del “Feminismo Campesino y Popular” tiene una identidad evidente porque nace de la profunda relación de las campesinas con la tierra y la Soberanía Alimentaria. Y es popular porque emerge desde una perspectiva de clase, dentro de una lucha de clases.


“La construcción y la osadía del “Feminismo Campesino y Popular” está fuertemente ligada con las luchas de resistencia de las mujeres del campo articuladas en la CLOC – Vía Campesina, en un contexto de resistencia y enfrentamiento al capitalismo colonial y extractivista que hace siglos viene saqueando nuestras tierras, territorios y las riquezas naturales” explica.
Por años, debido a la continua satanización del movimiento feminista por parte de las sociedades patriarcales y machistas, el campesinado no reconoció como feminista la lucha por la tierra, la soberanía alimentaria o la agroecología. Mientras por otro lado, la lucha por el derecho a la tierra para mujeres, la producción de alimentos, la defensa y recuperación de las semillas, las luchas contra la violencia por ejemplo, tampoco eran identificadas como luchas feministas.
La resistencia de las campesinas se mantiene viva a partir de las luchas concretas, de los procesos de formación, de la participación política en los movimientos populares, frente a los ataques del sistema capitalista, patriarcal y racista que cotidianamente las invisibiliza. A pesar, del papel fundamental que desempeñan en la alimentación, lucha contra el hambre y en subsistencia de la vida de los pueblos del mundo.
“Entendimos que la lucha por la emancipación de las mujeres debe estar lado a lado de la lucha por el fin de la propiedad privada, por el derecho a la tierra y los territorios, por la Reforma Agraria Popular, contra las transnacionales, contra los agronegocios, contra los transgénicos, contra los agrotóxicos y toda forma de explotación de los seres humanos y de la naturaleza. Entonces es una lucha antisistema”, comenta Itelvina.
Esta concepción de feminismo parte entonces del análisis de que las campesinas están dentro de una sociedad de clases, y que es el origen de su explotación, dominación y opresión, y que se sustenta en la sociedad capitalista que tiene como pilares el colonialismo, el patriarcado y el racismo. Y por tanto, esta construcción de feminismo lucha contra ese modelo económico, social y cultural y sus “no valores”.
Durante estos años el movimiento campesino a nivel internacional ha reforzado la idea que este proceso de construcción del “Feminismo Campesino y popular”, por un lado es de acción y de luchas concretas contra los enemigos comunes que este sector identifica. Y por otro lado es, una lucha también en defensa de la vida, de los bienes naturales, de las semillas campesinas, por derecho igualitario a la tierra, contra la explotación, la violencia, por salarios justos e igualitarios, por un otro modelo de sociedad y de agricultura. Asimismo, esta reflexión colectiva ha dado unidad y solidaridad con otros sectores, y ha permitido visibilizar todas las luchas de las mujeres del campo como sujetas de transformación social.
“De este modo, la concepción Feminista que estamos construyendo como MST y como CLOC – Vía Campesina está fuertemente vinculada a procesos políticos, organizativos, de formación política y de luchas concretas e permanentes que alteran la vida social, económica y política de la clase trabajadora, y particularmente de las mujeres trabajadoras”, añade.
Itelvina concluyó su intervención citando una frase de la referente alemana Rosa Luxemburgo, que sintetizó el debate: “Debemos luchar por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

Reforma Agraria Popular “Nada nos es dado sin organización y sin lucha”
Débora Núñez trajo a la discusión varios elementos fundamentales de la propuesta de Reforma Agraria Popular que viene construyendo el MST desde su último Congreso de 2014 y, que nació como una forma de dialogar con la sociedad y lograr sus objetivos políticos actuales. Para ella, este momento histórico trae nuevos desafíos, nuevas tareas e incluso nuevos enemigos para el campesinado.
En ese sentido, la Reforma Agraria popular nace como un amplio proceso de discusión dentro del Movimiento que vino a resignificar la idea tradicional de Reforma Agraria, cuyo enemigo histórico era latifundio, y propone otra forma de organizar el campo y la agricultura, que precisa resistir y enfrentar el modelo del agronegocio que es la expresión del capital en el campo que se despliega de forma alarmante el campo brasilero y en el mundo.
Dentro de la propuesta de Reforma Agraria popular, se identifican varios elementos centrales como: la democratización de la tierra, la producción agroecológica, la preservación de los bienes naturales, la educación y la formación, la relación con la sociedad y una fuerte dimensión de lucha.
“No es posible avanzar, si no entendemos que la tierra es central, seguimos luchando por la tierra, ocupando, la ocupación permanece así como hace 36 años, como un herramienta fundamental de nuestra lucha, pero la tierra necesita ser democratizada, compartida. Entonces, si el agronegocio, el hidronegocio, si la minería quiere privatizar, debemos crear condiciones para resistir en nuestros campamentos, debemos rechazar todo intento de titularización de nuestras tierras. Pues el MST entiende la tierra como parte de la naturaleza, y no mercadería, y lucro, como el capital la define”, señala.
El modo de producción agroecológico es otro elemento que aparece como una forma real de darle uso social y ambiental a la tierra, que garantiza la Soberanía Alimentaria de los pueblos, y que se contrapone a la producción del agronegocio que envenena y que usa indiscriminadamente agrotóxicos, y que mata a la naturaleza y a poblaciones, tanto en el campo como en las ciudades. La agroecología se entiende como un modelo de vida, por lo cual no es compatible con la opresión y la violencia, la agroecología hoy exige cambios profundos de comportamientos y relaciones, por ende debe ser entendida en todas las dimensiones, desde la producción hasta la comercialización.