La
Declaración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los
defensores de los derechos humanos reconoce en el preámbulo la
legitimidad y el valioso trabajo que las personas, los grupos y las
asociaciones llevan a cabo en favor de los derechos económicos, sociales
y culturales, así como de la eliminación de las violaciones de derechos
humanos, entre las que se encuentran las resultantes de «la negativa a
reconocer el derecho de […] todos los pueblos a ejercer plena soberanía
sobre su riqueza y sus recursos naturales».
Fuente: Conflictos mineros
En
muchos países del mundo la aceleración de la competencia por la tierra
ha llevado a un número cada vez mayor de esas personas, esos grupos y
esas asociaciones a denunciar las violaciones de derechos humanos
derivadas especialmente de las inversiones a gran escala o de los
megaproyectos de inversión llevados a cabo por las industrias extractiva
y de explotación forestal o por la agroindustria.
Desde
su creación en 1997, el Observatorio para la Protección de los
Defensores de Derechos Humanos ha realizado un trabajo extraordinario en
lo que se refiere a la protección y la documentación. Se ha hecho un
trabajo encomiable con este informe anual, en el que se trata un
problema crucial y creciente en muchos países del mundo, donde a los
defensores del derecho a la tierra, debido a su compromiso con la
defensa y la protección de los derechos humanos, se les han puesto
trabas y se los ha sometido a abusos que varían desde el hostigamiento
judicial a la detención arbitraria, desde la difamación a la vigilancia y
desde las amenazas a los asesinatos.
Tal
y como se describe en el informe anual de este año del Observatorio, el
entorno en el que trabajan los defensores del derecho a la tierra es
especialmente adverso. Su aislamiento y la intervención de intereses
económicos influyentes hacen que estos defensores sean particularmente
vulnerables.
En
2006, mi amiga Hina Jilani, antigua Representante especial del
Secretario General de la ONU sobre la situación de los defensores de los
derechos humanos, descubrió que quienes se ocupan de cuestiones
relativas al derecho a la tierra y a los recursos naturales son «el
segundo grupo más vulnerable, porque corre el riesgo de perder la vida a
causa de sus actividades de defensa de los derechos humanos». En 2012,
mi predecesora Margaret Sekaggya también realizó un informe acerca de
los «grupos concretos de defensores expuestos a riesgos» en el que se
incluía a los defensores que se ocupan de cuestiones relativas al
derecho a la tierra. En su informe condenaba el hecho de que entre
diciembre de 2006 y mayo de 2011, 106 comunicaciones enviadas a
distintos gobiernos estaban relacionadas con presuntas violaciones de
derechos humanos en contra de defensores y activistas que se ocupaban de
cuestiones relativas a la tierra y al medio ambiente. Además, lamentaba
que demasiadas comunicaciones no habían recibido respuesta.
A
lo largo de mi mandato haré de la reducción del desfase existente entre
las normas internacionales de derechos humanos y la realidad de su
aplicación sobre el terreno una prioridad clave. Pensando en el futuro,
uno de mis informes para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se
centrará en la cuestión de la impunidad de las violaciones contra
defensores de derechos humanos, prestando especial atención a quienes se
ocupan de cuestiones relativas a la tierra. Además, continuaré
centrándome de forma general en la protección de los defensores del
derecho a la tierra, insistiendo en la necesidad de incrementar la
obligación de rendir cuentas, tanto en mis comunicaciones a los Estados
como en mis visitas a países.
Para
ello me apoyaré sin duda en las conclusiones de este informe anual, que
proporciona las claves para comprender los patrones de las violaciones
contra defensores del derecho a la tierra y propone recomendaciones a
medida para los Estados y otras partes interesadas acerca de cómo
asegurar su protección de forma más efectiva.
Para
ello me apoyaré sin duda en las conclusiones de este informe anual, que
proporciona las claves para comprender los patrones de las violaciones
contra defensores del derecho a la tierra y propone recomendaciones a
medida para los Estados y otras partes interesadas acerca de cómo
asegurar su protección de forma más efectiva.
En
última instancia, nuestro trabajo común debería resultar en un mayor
respeto de los derechos de los defensores del derecho a la tierra y en
que los gobiernos, las empresas y otras partes interesadas rindan
cuentas acerca del cumplimiento de sus compromisos en mayor medida.
Sr. Michel Forst, Relator especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de los derechos humanos
No tenemos miedo. Defensores del derecho a la tierra: atacados por enfrentarse al desarrollo desenfrenado
La
Declaración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los
defensores de los derechos humanos reconoce en el preámbulo la
legitimidad y el valioso trabajo que las personas, los grupos y las
asociaciones llevan a cabo en favor de los derechos económicos, sociales
y culturales, así como de la eliminación de las violaciones de derechos
humanos, entre las que se encuentran las resultantes de «la negativa a
reconocer el derecho de […] todos los pueblos a ejercer plena soberanía
sobre su riqueza y sus recursos naturales».
Fuente: Conflictos mineros
En
muchos países del mundo la aceleración de la competencia por la tierra
ha llevado a un número cada vez mayor de esas personas, esos grupos y
esas asociaciones a denunciar las violaciones de derechos humanos
derivadas especialmente de las inversiones a gran escala o de los
megaproyectos de inversión llevados a cabo por las industrias extractiva
y de explotación forestal o por la agroindustria.
Desde
su creación en 1997, el Observatorio para la Protección de los
Defensores de Derechos Humanos ha realizado un trabajo extraordinario en
lo que se refiere a la protección y la documentación. Se ha hecho un
trabajo encomiable con este informe anual, en el que se trata un
problema crucial y creciente en muchos países del mundo, donde a los
defensores del derecho a la tierra, debido a su compromiso con la
defensa y la protección de los derechos humanos, se les han puesto
trabas y se los ha sometido a abusos que varían desde el hostigamiento
judicial a la detención arbitraria, desde la difamación a la vigilancia y
desde las amenazas a los asesinatos.
Tal
y como se describe en el informe anual de este año del Observatorio, el
entorno en el que trabajan los defensores del derecho a la tierra es
especialmente adverso. Su aislamiento y la intervención de intereses
económicos influyentes hacen que estos defensores sean particularmente
vulnerables.
En
2006, mi amiga Hina Jilani, antigua Representante especial del
Secretario General de la ONU sobre la situación de los defensores de los
derechos humanos, descubrió que quienes se ocupan de cuestiones
relativas al derecho a la tierra y a los recursos naturales son «el
segundo grupo más vulnerable, porque corre el riesgo de perder la vida a
causa de sus actividades de defensa de los derechos humanos». En 2012,
mi predecesora Margaret Sekaggya también realizó un informe acerca de
los «grupos concretos de defensores expuestos a riesgos» en el que se
incluía a los defensores que se ocupan de cuestiones relativas al
derecho a la tierra. En su informe condenaba el hecho de que entre
diciembre de 2006 y mayo de 2011, 106 comunicaciones enviadas a
distintos gobiernos estaban relacionadas con presuntas violaciones de
derechos humanos en contra de defensores y activistas que se ocupaban de
cuestiones relativas a la tierra y al medio ambiente. Además, lamentaba
que demasiadas comunicaciones no habían recibido respuesta.
A
lo largo de mi mandato haré de la reducción del desfase existente entre
las normas internacionales de derechos humanos y la realidad de su
aplicación sobre el terreno una prioridad clave. Pensando en el futuro,
uno de mis informes para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se
centrará en la cuestión de la impunidad de las violaciones contra
defensores de derechos humanos, prestando especial atención a quienes se
ocupan de cuestiones relativas a la tierra. Además, continuaré
centrándome de forma general en la protección de los defensores del
derecho a la tierra, insistiendo en la necesidad de incrementar la
obligación de rendir cuentas, tanto en mis comunicaciones a los Estados
como en mis visitas a países.
Para
ello me apoyaré sin duda en las conclusiones de este informe anual, que
proporciona las claves para comprender los patrones de las violaciones
contra defensores del derecho a la tierra y propone recomendaciones a
medida para los Estados y otras partes interesadas acerca de cómo
asegurar su protección de forma más efectiva.
Para
ello me apoyaré sin duda en las conclusiones de este informe anual, que
proporciona las claves para comprender los patrones de las violaciones
contra defensores del derecho a la tierra y propone recomendaciones a
medida para los Estados y otras partes interesadas acerca de cómo
asegurar su protección de forma más efectiva.
En
última instancia, nuestro trabajo común debería resultar en un mayor
respeto de los derechos de los defensores del derecho a la tierra y en
que los gobiernos, las empresas y otras partes interesadas rindan
cuentas acerca del cumplimiento de sus compromisos en mayor medida.
Sr. Michel Forst, Relator especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de los derechos humanos