(Yepan).- Pa’yumat, que recibió en 2010 el premio Bartolomé de las Casas, defiende los valores de comunidades étnicas.
“Muy buenos días, pa’yumat.
Gracias por dejarnos entrar. Estamos en el 101.0 de la F.M.”, dice en un
tono cálido Abel Coicué, mientras abre el micrófono y su voz se trepa
por las montañas del norte del Cauca para llevar información, campañas y
avisos parroquiales.
Desde el cerro Munchique, en
Santander de Quilichao, emite Radio Pa’yumat, la voz del pueblo nasa,
que en nueve horas de programación en castellano y nasa yuwe (lengua
nativa) habla a pobladores de resguardos y cabildos en Buenos Aires,
Caloto, Toribío, Jambaló, Miranda y Corinto.
La emisora es una de las voces del
Tejido de Comunicación y de Relaciones Externas para la Verdad y la
Vida, de la Asociación de Cabildos del Norte del Cauca (Acín), nacido
como una estrategia para la visibilización y el fortalecimiento de los
procesos en las comunidades indígenas. Dora Muñoz, del resguardo de
Corinto, quien coordina el Tejido de Comunicación de Acín, dice que
Radio Pa’yumat llegó hace una década a acompañar la labor que años atrás
ya realizaban Nasa Estéreo, en Toribío, y Voces de Nuestra Tierra, en
Jambaló, que han informado bajo el rigor del conflicto armado y que le
han apostado a la paz. Estas emisoras “trabajan en red, comparten
programación, información y sobre todo noticias”, explica Muñoz.
En Radio Pa’yumat hay cinco comunicadores indígenas. Entre música comercial e indígena, promueven bingos, el día del mercado o las mingas. Ahora mismo, por ejemplo, desde la vereda El Paletón, donde sale la señal de Voces de Nuestra Tierra, muchos esperan los mensajes de vecinos y allegados de veredas y alejados caseríos de Jambaló, porque un atentado contra las torres de comunicaciones, hace dos meses, los dejó sin teléfonos.
En Toribío, así la señal se caiga
cada vez que el poblado es blanco de las balas y los morteros, su
audiencia está segura de que la voz de los comunicadores saldrá al aire.
Abel Coicué, coordinador de Radio
Pa’yumat, reconoce que el alcance de la emisora se redujo cuando un
atentado contra las antenas en el cerro Munchique obligó a bajar los
equipos que permitían la llegada a más comunidades.
Pese a los ataques, cada mañana a
través de la frecuencia modulada (FM), cuando los comunicadores
pronuncian el pa’yumat, que en nasa significa “buenos días, permiso para
entrar”, en las casas perdidas del verde paisaje, en las plazas de
mercado y en las chivas, la respuesta es un meeka: entre, siga para
adentro”.
Pero la radio es solo una parte de
la experiencia galardonada en el 2010 con el premio Bartolomé de las
Casas, otorgado por la Casa de América de España “a las organizaciones
que defienden los valores de los indígenas de América”. El Tejido de
Comunicación de Acín también cuenta con un área de video, página web,
impresos y una escuela de comunicación.
Como han sufrido por el conflicto,
todos estos medios están a la expectativa de la paz: “La iniciativa de
un diálogo la vemos con esperanza. Sin embargo, también hay desconfianza
y temor porque hay muchos conceptos de la paz”, concluye Dora Muñoz.
Un mensaje incómodo
Solo este año Nasa Estéreo ha salido del
aire dos veces por los ataques contra la Fuerza Pública en Toribío. En
julio del 2011 dos comunicadores resultaron heridos en un atentado con
una chiva bomba; dos meses después otra bomba afectó las instalaciones
de la emisora. En el 2010 fue asesinado el comunicador Rodolfo Maya, del
cabildo López Adentro. El mensaje incómodo de las emisoras provoca las
amenazas: las campañas contra reclutar niños; la sustitución de cultivos
ilícitos, y el respeto a los derechos humanos.