Por Fernando Gómez y Fernando Vicente Prieto, desde Caracas. Ana Esther Ceceña dialogó con Marcha. La
investigadora mexicana, especialista en geopolítica, analiza las
elecciones de Venezuela en el tablero estratégico de la región.
De visita en Caracas por unos días, en ocasión de la entrega del
premio Libertador al Pensamiento Crítico, Ceceña se hizo un tiempo para
dialogar con Marcha y analizar el mapa
geopolítico de América Latina y el Caribe, al que ve “mucho más
complicado” que hace cuatro o cinco años. “El despliegue de EE.UU., de
los poderosos en general, sobre el continente es muchísimo mayor tanto
en términos económicos, por la cantidad de proyectos de las
transnacionales que se han ido expandiendo por nuestro territorio, pero
también por la agresividad que tienen estos proyectos”. Uno de los
ejemplos que atraviesa a todo el continente es el desarrollo minero que,
según la profesora de la Universidad Autónoma de México, “cuando son
rechazados por la población, simplemente matan a los que protestan y no
hay nadie que pueda hacer nada. Esta es una situación de impunidad que
no teníamos hace tiempo, y que hace que limite mucho las posibilidades
de movimientos sociales”.
Ofensiva militar en el patio trasero
“En términos militares, el despliegue que hay hoy en día es muchísimo
mayor”, agrega Ceceña con preocupación. “Según mis cuentas de los
registros oficiales de bases militares, en el 2007 teníamos 17 bases de
EE.UU. en América Latina y el Caribe; hoy hay 39, más los 46 buques
artillados que son bases itinerantes, son los que se acordaron con Costa
Rica”. Esta presencia no solamente está explicita por intermedio de las
bases militares, “sino también en una serie de acuerdos de seguridad en
la zona que había logrado articular Venezuela a través de Petrocaribe,
pero que a partir del 2011, personalmente Hillary Clinton hace una
visita a cada una de las islas de la región y logra hacer la Iniciativa
de Seguridad de la Cuenca del Caribe, que de algún modo pone un freno a
las alternativas que se estaban intentando impulsar y por otro lado
afianza la posibilidad de crear el escudo militar en torno a América”.
Según la investigadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (http://www.geopolitica.ws),
la otra región clave es la del Cono Sur. “Es estratégica por muchas
razones. Una de ellas es que ahí están los tres países más
industrializados de América del Sur: Argentina, Brasil y Chile. Pero
además es una zona de muchos recursos naturales importantes, con muchas
movilizaciones también. Por eso era importante extender el plan Colombia
en el sur, para ocupar posiciones ahí y a partir de ellas poder
irradiar en todo el Cono Sur”. El golpe de Estado en Paraguay, que
derrocó al presidente Fernando Lugo, da una dimensión concreta a esta
afirmación, pero no es la única táctica utilizada: “Tenemos por ejemplo
la base militar que acaban de poner en Chile, que es muy significativa.
Es una base militar que va a hacer capacitación para la lucha
contrainsurgente en el terreno urbano, directamente para detener otro
2001 en Argentina o cosas similares. Y un convenio que se hizo con
Uruguay, que supuestamente es un país de los que se llaman progresistas,
pero hacen un acuerdo por medio del cual los cuerpos especiales del
ejército de Estados Unidos entran a capacitar a las fuerzas armadas de
Uruguay. El problema es que entran al Rio de la Plata. Y como con
Paraguay se tienen relaciones preferenciales, entonces entran a Uruguay y
se saltan a Paraguay y de ahí la denuncia de los paraguayos diciendo
que otra vez está el proyecto de hacer una gran base militar de Estados
Unidos en la triple frontera. Eso es algo en lo que han trabajado muy
fuertemente”.
El caso de la Argentina fue mencionado por
Ceceña, al analizar el intento de instalar una base del Comando Sur de
los Estados Unidos en la provincia de Chaco, con el supuesto objetivo
de ayuda humanitaria destinado a enfrentar catástrofes naturales y
epidemias. “Eso es una cosa muy particular, no teníamos antecedentes
sobre eso, porque el acuerdo lo intentan hacer con un gobernador, con
una autoridad menor, pasando por encima de las autoridades nacionales.
Eso se puede hacer en cualquier lugar porque en todos los países hay
controversias internas. Entonces, hay otra veta que se está empezando a
abrir, de posibilidades de colocación de posiciones en las áreas
latinoamericanas”.
7 de octubre, una batalla continental
Todas estas acciones de EE.UU. tienen un sentido concreto en relación
al proyecto político que despliega la Revolución Bolivariana: “Si
pensamos que Venezuela es el epicentro de la articulación alternativa,
es el epicentro de la dotación de recursos valiosos en el continente,
porque la cantidad de petróleo que tiene lo hace insustituible, y además
es el punto contrahegemónico más fuerte que hay en este momento,
entonces, por supuesto que Venezuela es el blanco principal”.
La estrategia de desestabilización incluye diferentes planos: “Todo
lo que ha estado ocurriendo son movimientos que poco a poco van
rodeando, cercando, van acercándose cada vez más a Venezuela cortándole
posibilidades de tener vínculos con otros países de la región. Esta
vieja idea de quitarle el agua al pez que se vuelve a poner en práctica
porque en la medida que se la aísle es posible atacarla, darle el
golpe”.
La campaña mediática cumple un rol complementario de
la acción militar y por eso “hay un trabajo fuerte de parte de un grupo
de intelectuales de derecha, muy articulados, que han estado trabajando
en dar un narrativa contemporánea del problema de Venezuela y cómo
Chávez ha destrozado todas las posibilidades de desarrollo intelectual y
económico dentro del país". Agrega además que "esa visión se da a
través de televisión, de revistas, de la prensa, en conferencias”. De
esta manera, se intentan crear las condiciones “para que cualquier tipo
de conmoción que se pueda generar en este momento sea un desequilibrio
casi natural, porque estaba justificado”.
Según Ana Esther Ceceña, es importante lo que suceda el 7 de octubre
en las elecciones venezolanas, para el desarrollo de los movimientos
populares y proyectos de cambio social en toda la región, porque
“Venezuela hoy es el epicentro de la modificación del equilibrio
geopolítico continental. El hecho de que esté Venezuela manteniendo este
proyecto es un soporte para muchas de las luchas que hay en el resto
del continente. No porque directamente estén articulados, sino porque al
mover ese equilibrio de fuerzas, permite que cada movimiento que pelea
localmente tenga sentido dentro de este marco más amplio continental”.
En este marco, se trata de “una elección absolutamente continental,
es mucho más que Venezuela, yo que vengo de México, lo que está en juego
aquí es la radicalización de la violencia en México, por ejemplo. Si el
proyecto venezolano desaparece, aquello que poco a poco se instala en
México de reprimir a las izquierdas, a los movimientos, tiene puertas
abiertas y no va a ser ni tan selectivo ni tan a mediano plazo, dan el
golpe rápidamente”, enfatiza. “El proceso venezolano con Chávez es
indispensable en este momento para mantener la posibilidad de
articularnos y pelear por un mundo diferente”. Y concluye: “Nuestro
futuro está en riesgo si los venezolanos votan mal”.
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