El Bolsón (ANPP).- Paraguay atraviesa una situación crítica. La derecha ha decidido el inminente avance para evitar que ese país que hoy podría ser realmente otro -si no fuera por la guerra fraticida en la que nos vimos involucrados-, no sólo no lo es, sino que se pretende petrificar como una estatua ante el intento de un futuro más justo socialmente. Como la historia de todos los pueblos, la de Paraguay, es una historia compleja que no puede ser resumida en un solo texto. Sin embargo, y no con intención de simplificar, sino justamente de complejizar y a la vez aportar datos que nos ayuden a entender, podemos ver procesos similares en varios países latinoamericanos. Estos procesos se parecen, porque sus actores se ubican en grupos con posturas similares que intentan objetivos similares. Por un lado, está el grupo que se rige por intereses económicos mezquinos e individualistas, y que cuenta con poder económico. Su objetivo es la continuidad de su status quo, o sea de su posición de privilegio. Por otro, está la gente, que vive, y que trabaja y hace funcionar el sistema económico cuyo rumbo lo van marcando quienes ostentan el poder . Esta gente, es mayoría en número pero no siempre tiene claro cuál es su objetivo. No lo tiene claro, ya que quienes tienen poder, lo usan para manejar el ideario social, el pensamiento común, a través de una serie de instrumentos que se nos van implementando a las personas bien desde chiquitos. La educación, para seleccionar y clasificar (como la pensó Sarmiento), la opinión pública, a través de los medios de comunicación masiva-creadores de percepciones de la realidad siempre a partir de los intereses del grupo dominante-, y para quienes no hayan sido convencidos, o para los que hayan quedado fuera de la selección que realizan los sistemas educativos, la represión. Así, muchas veces dentro de este mismo grupo, encontramos grandes contradicciones, y aparecen los “cipayos” que son de los nuestros pero trabajan decidida y concientemente para los otros por un mejor lugar dentro de la mierda a la que nos condenan. Pero más aún, hay quienes ni se dan cuenta, y son parte del sistema de “introyección” del discurso hegemónico entre los suyos. Esto hace a este grupo, un grupo muy difícil de unir y definir. Mucho más, de aunar en lucha por sus intereses de clase frente a los otros.
Paraguay, es un país que vivió luego de las atroces batallas, emprendidas por sus hermanos latinoamericanos, muchos años de gobierno en manos de claros cipayos que siguieron desangrando al pueblo de esa nación con la dictadura más larga del continente, y democracias entreguistas y corruptas. Sin embargo, hace algún tiempo, apareció con Lugo, una esperanza de cambio. Claro que su planteo no fue revolucionario, ni mucho menos. Pero en el contexto latinoamericano, las burguesías nacionales e internacionales, no están dispuestas a correr el riesgo de nuevos Chavez, Evos, Correas… Rápidamente se accionaron los mecanismos reaccionarios, fachos y asesino. Sí, asesinos, como los de la media luna separatista de Bolivia, los paramilitares y militares asesinos de Colombia, los golpistas de Venezuela, y todas esas élites que iremos viendo salir a la luz más temprano que tarde en cada uno de nuestros países. Porque de eso se trata hoy. Ya no es dictadura tirar a mansalva desde las “fuerzas públicas” chilenas contra los niños mapuche, tampoco lo es cortar a motosierra a las personas en Colombia, bombardear un campamento-que aunque sean de las FARC o de quien sea, es de personas-, que un terrateniente como Amín fusile a un comunero diaguita, que Sobich, gobernador siga libre luego de ser el claro responsable del fusilamiento de Carlos Fuentealba, y tampoco lo es entonces, el fumigamiento de un pueblo originario en Paraguay con químicos, sólo para sacarles su tierra.
Entonces me caben nuevas preguntas. Porque no es sencillo el análisis de la situación actual latinoamericana. ¿Es que acaso no fueron los mismos procesos-llenos de excesos por parte de los imperialistas- los que llevan a los presidentes que no eran, ni son socialistas a devenirlo como una forma de sostener su personalismo? Zelaya, Lugo, Correa, Lula, Fernandez K, no se están viendo llevados a defender su lugar con la última herramienta que les queda, que es el populismo? ¿no son los pueblos los que presionan muy de a poco, con desconfianza, para que ese populismo se vaya transformando en popular? Cómo se explican los proyectos de reforma en leyes de medios de difusión, reformas agrarias(tenues, tibias, pero avances al fin), reformas constitucionales, constitución y participación del ALBA, etc?¿no será justamente para parar ese proceso los rumores de ataques guerrerísticos por parte de EEUU, como una forma de advertir y de dividir al pueblo no tan decidido como para “defender con la vida” estos proyectos?
En todo caso, es sabido que a la historia la empuja el pueblo. Si no nos asumimos en ese rol, serán siempre los imperialistas quienes marquen el rumbo.
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