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domingo, 24 de mayo de 2020

HONDURAS: EL ARTE DE TEJER EN TIEMPO DE FUGACIDAD

Tejer es arte, es una actividad política.

(Radio Progreso).- ¡Qué gran trabajo el de la tejedora, y también el trabajo del tejedor!
Se levantan con la mirada en las piezas, sus manos, su equipo, su conocimiento, su creatividad y su tiempo. Con el rostro fijo y de buen tono, toma las piezas, sensibles como son, frágiles desde su nacimiento, las acarician como parte de su cuerpo, les sonríe y reconoce. Las encuentra pequeñas, grandes, medianas, rectángulos, triángulos, hexagonales, de distinto color y tonalidades.
De cara al sol, con la materia en la mano y los pies en el suelo, vuela la imaginación. En la mente construye antes que nada, la pieza necesaria, de la forma necesaria y con la capacidad necesaria en función de un objetivo necesario. En la casa del artista, todas las piezas están presentes, con sus formas y texturas, sus tamaños y tonalidades. Las mira y las admira, de todas maneras, son la materia con la que cuenta.
Las une con cuidado, paciencia, curiosidad, ternura, es alguien muy fino que mira la pieza entera antes de comenzar el noble ejercicio de tejer. A veces el viento y el silencio interior recrea todo y la pieza avanza como su diseño, a veces el sol reseca las aberturas y se quiebran, pero no se  pierden. El arte y el artista saben de tiempo, momentos, estados líquidos, gaseosos o sólidos, sabe de espera y de esperanza.
Tejer, digno arte que hace al artista. El corazón y el cerebro, colocados en la mesa, junto a los retazos y cuerpos ingentes, los dedos lisos y agiles en perpendicular movimiento a los parpados negros y bien rizados, todo adquiere vida, todo se hace vida al compás de una mirada metódica tras un ejercicio que prolonga la vida. Si se rompe la pieza más pequeña, o la más vieja, recogerla y limpiarla con lágrimas cristalina es un deber, esa pieza sigue siendo necesaria.
Tejer es arte, es una actividad política. El barro o el género, igual que el dinero, el agua, la salud, la herramienta, el hombre, la mujer, el tiempo, el conocimiento, la voluntad, el amor, la paciencia, la esperanza, el reconocimiento mutuo, la contextura, todo es materia sensible, todo se puede quebrar, lo único que permanece es el sueño en un vestido o una vasija terminada.
Y si el barro se derrama entre los dedos como suele ocurrir en la alfarería de la vida, el tiempo dirá el momento para volver a tejer. Todo tiene su tiempo. Hay tiempo para reír y para llorar, hay tiempo para el silencio y para el grito, hay tiempo para partir y para volver, hay tiempo para el encierro y para la libertad, llegó el tiempo de la dictadura y vendrá el tiempo para la democracia.
Dios quiera que el espíritu abra estos ojos tanto como sea necesario para mirar la pieza del futuro y saber dominar los espíritus que amenazan el interior y el arte de tejer, para construir la sólida ideología de clase frente a las ideologías del desclasamiento que abren paso a la fugacidad.