Mientras el gobierno iraní libera a más de 80,000 prisioneros para evitar el genocidio, el ministro de justicia de Bolsonaro reafirma su identidad fascista y se niega a liberar a los prisioneros.
Cuando se le preguntó acerca de una posible liberación de los prisioneros, el ministro, conocido como Mussolini de Maringá, respondió lo siguiente: “algunos hacen la propuesta de liberar a todos los prisioneros que no han sido condenados por violencia o amenaza grave. Estamos hablando de todo el tráfico de drogas, básicamente. La mayoría de los grandes traficantes fueron condenados por tráfico solo. ¿Y vamos a liberar a todos los traficantes en el país? No tiene sentido".
"No podemos, bajo el pretexto de proteger a la población carcelaria, excesivamente vulnerable a la población que está fuera de las cárceles", agrega el fascista.
Sifuspesp también informó que un servidor en el Centro Hospitalar del Sistema Penitenciário, ubicado en la capital de São Paulo, fue diagnosticado con la enfermedad. Otro caso de contagio también persigue al Centro de Detención Provisional (CDP), donde, el miércoles (18), un detenido de Pinheiros, en São Paulo, habría presentado todos los síntomas característicos de la enfermedad. Según los informes, en la parte norte de la ciudad, una detenida de la prisión de mujeres tenía los mismos síntomas y recibió atención médica el día anterior, el martes (17). Vale la pena mencionar que la prueba para confirmar el caso ni siquiera se llevó a cabo, y los pacientes volvieron a vivir con otros prisioneros.
Conscientes del peligro inminente, el lunes pasado (16), cientos de prisioneros habrían huido de las penitenciarías de São Paulo. Se dijo que la causa de los disturbios fue una reacción contra la decisión de la División de Justicia de Asuntos Internos (CGJ), que había suspendido la salida temporal de los detenidos debido a la propagación de la epidemia.
Mientras el gobierno iraní libera a más de 80,000 prisioneros para evitar el genocidio, el ministro de justicia de Bolsonaro reafirma su identidad fascista y se niega a liberar a los prisioneros que, en condiciones normales, ya mueren de hambre y se pudren en celdas superpobladas.
Moro intenta justificarse estableciendo una oposición entre la seguridad de los prisioneros y la seguridad del público, resulta que tal contradicción es falsa. Es deber del Estado garantizar la seguridad de los presos, ninguno de ellos ha sido condenado a muerte en los tribunales, pero el Ministro de Justicia los condena.


