(Granma).- Dos años es tiempo razonable para evaluarnos. Cada uno
indistintamente y todos de manera colectiva. Saber cuánto y cómo hemos
cumplido con el compromiso firmado por los cubanos para hacer realidad
el Concepto de Revolución, legado de Fidel y patrimonio inseparable para
nuestro presente y futuro.
Si algo siempre hemos tenido en este tiempo es la presencia del
Comandante en cada momento de nuestras vidas. Está allí en las obras que
emergen. En los momentos adversos, cuando la naturaleza enfurecida
arremete contra el hombre, que lejos de amilanarse, se crece. Está cada
mañana en los matutinos de las escuelas. Subiendo o bajando la
escalinata universitaria. Contento por la medalla obtenida por jóvenes
estudiantes en alguna Olimpiada del conocimiento. Feliz por los logros
en la ciencia, la producción de vacunas y otros medicamentos, en todos
los casos una ciencia al servicio del ser humano.
También lo observamos contrariado por alguna obra mal terminada. Por
lo que podemos y no hacemos para que nuestras ciudades estén más limpias
y bellas. Por la falta de recursos para poder adquirir modernos medios
para la salud.
Éramos cientos de miles, los que aquel 1ro. de mayo del año 2000, en
la Plaza de la Revolución, escuchamos y aplaudimos su profunda
reflexión.
Cada palabra impactaba y su mirada profunda acostumbrada a tener
delante al pueblo, parecía penetrar en cada uno de nuestros corazones
como inyección de fuerza, de perseverancia, de patriotismo, de seguridad
en la victoria.
Recordemos: «Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar
todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser
tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por
nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas
fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es
defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;
es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar
con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar
principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el
mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución
es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia
para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo,
nuestro socialismo y nuestro internacionalismo».
¿Y es que cumplimos cada día con este profundo postulado de Fidel ?
Pienso que en ese camino andamos y grandes batallas se libran. En
primer lugar la ideológica, la de formación de valores, tan necesarios.
Hay logros incuestionables en la salud, la educación y otras esferas
sociales. Sin embargo, todavía el tema económico sigue siendo una deuda,
como lo es el desarrollo agrícola y ganadero.
No hemos cumplido mientras los precios de muchos artículos,
necesarios para la vida diaria, sean exorbitantes, muy alejados del
bolsillo de quienes menos salario reciben.
Se avanza en el proceso de inversión extranjera, como parte del
concepto de Fidel de «cambiar todo lo que debe ser cambiado». También en
sectores como el turismo. Pero la sustitución de importaciones solo se
logrará cuando seamos capaces de producir bien y sostenidamente, repito,
sostenidamente.
Vencemos cada año y cada día en la lucha contra el bloqueo. El mundo
nos apoya y casi unánimemente vota a favor de Cuba, pero aún andamos con
lastres burocráticos internos y falta de iniciativa, que añaden leña en
este importante frente. Hay que cambiar la mentalidad –lo más difícil–.
Cambiar para ser mejores.
Contento está el Comandante al saber que millones de cubanos –en algo
inédito internacionalmente– han estudiado y aportado en el proceso de
análisis del Proyecto de Constitución que en febrero próximo se votará
en referendo.
Ejercicio de democracia por la que siempre abogó. Oír y respetar la
opinión de todos, por diversas que sean, para hacer de la Ley suprema un
garante de nuestro sistema y de nuestro pueblo.
Uno de los preceptos del Comandante, «ser tratado y tratar a los
demás como seres humanos», es un llamado permanente, parte cotidiana de
cada uno de nosotros si queremos construir un país mejor.
Por estos días, cuando el irrespeto y la falta de valores están de
moda, lo mismo en el Gobierno estadounidense que en el brasileño, nos
adentramos en el pensamiento del Comandante de «defender valores en los
que se cree, al precio de cualquier sacrificio».
Los cubanos, médicos o de otras profesiones, hacen de esta concepción
del líder una bandera en la solidaridad que practicamos sin precio
alguno y sin jamás aceptar chantajes por parte de enemigos de nuestro
país.
Solo así se alcanza ese estadío que nos pide Fidel de tener la
«convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de
aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas».
Nuestro invicto Comandante resume el Concepto de Revolución
recordando algo por lo que siempre luchó, tanto nacional como
internacionalmente: «Revolución es unidad, es independencia, es luchar
por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la
base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro
internacionalismo».
Esas premisas deben ser parte de la agenda de vida diaria de cada
cubano, de evaluación permanente, de corrección. Y para que no quepa
duda, así es, y la dirección actual, la de la continuidad y la garantía,
trabaja tesoneramente en ese objetivo. Todos debemos sentirnos parte y
para lograrlo se hace imprescindible la participación, el trabajo y el
esfuerzo mancomunado.
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