(elciudadano.cl).- El economista Pedro Paez nos
explica el por qué de este fondo monetario para el desarrollo endógeno
de Latinoamérica. En un continente autosuficiente en recursos naturales y
energía, Paez hace ver la necesidad de invertir en proyecto de
desarrollo regionales las gigantescas reservas internacionales que
tenemos: 770 mil millones de dólares de reservas internacionales de los
bancos centrales, los fondos de pensiones y de los bancos estatales.
La idea del Banco del Sur fue impulsada
con fuerza por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien
en 2002 convocó a los ministros de economía y presidentes de los Bancos
Centrales de Argentina y Brasil a pensar el proyecto.
La apuesta es por levantar un
institución que fuese el pilar central de la integración latinoamericana
y luego sumó a Ecuador, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Chile y
Perú participan como observadores y Colombia renunció a incorporarse.
Su acuerdo para su fundación fue firmado
el 9 de diciembre de 2007 en la Casa Rosada del gobierno argentino y
cuenta Sur con un capital de 20 mil millones de dólares.
Desde noviembre de 2008 Ecuador,
Venezuela y Bolivia realizan intercambios con la moneda regional: el
Sucre. Piedra angular de la nueva arquitectura financiera, dicha moneda
electrónica apunta a ser la divisa para el intercambio de productos en
Latinoamérica.
Conversamos con Pedro Paez, economista
ecuatoriano, miembro de la Comisión de Expertos de las Naciones Unidas
sobre la Crisis Financiera, presidida por el Nobel de Economía, Joseph
Stiglitz y que hoy es la contraparte de Ecuador en el Banco del Sur.
Hoy está abocado a impulsar el Banco del
Sur y la unidad monetaria del continente a partir de la nueva moneda
regional, el Sucre.
Páez explica la iniciativa diciendo que
“si es que todos los países de América Latina estamos desesperados por
abaratar nuestras exportaciones para poder entrar en los mercados
mundiales a través del abaratamiento de la fuerza de trabajo, lo que
estamos haciendo es frenar nuestro desarrollo. Por ello hay que generar
otras lógicas que hagan que nuestras economías no dependan de decisiones
externas al continente, y para eso la única forma es transformar las
instituciones, los circuitos económicos y nuestros propios créditos”.
El economista reseña los 3 objetivos
prioritarios para esta nueva arquitectura regional: Una banca regional
de desarrollo, consolidar una moneda electrónica de pago –el Sucre- y
movilizar recursos propios para los préstamos de desarrollo según las
prioridades continentales.
DESARROLLO ENDÓGENO: “Un
nuevo tipo de banca de desarrollo que permita orientar recursos hacia
las prioridades del continente. Tenemos mucho por desarrollar, lo que
generaría riquezas y empleos para los latinoamericanos. Pueden ser
negocios con tasas de ganancias, producir soberanía alimentaria o
energética, una red de ferrocarriles en todo el continente o de
financiamiento de la economía popular, cosas que hasta ahora no han sido
desarrolladas porque no proporcionan las altísimas tasas de ganancia y
no se ajustan a los cortísimos plazos que requiere el capital
especulativo”.
SUCRE: “Ya tenemos un
sistema de pagos electrónicos que está funcionando: el Sucre, moneda que
permite evitar el uso del dólar en las transacciones entre nosotros.
Hoy 2 países que aún no realizan intercambios con el Sucre están
obligados a pasar por intermediarios financieros que le significan
tiempo, burocracia, pago de comisiones y fuga de información. Nosotros
lo que hicimos fue eliminar a los intermediarios y hacer una conexión
entre el Banco Central de Ecuador y el de Venezuela que permite
contactarse entre sí a los exportadores, y así reducir el costo 16 veces
al tradicional, o sea, un ahorro gigantesco. Ya hemos hecho
transacciones por más de 400 millones de dólares con desembolsos
efectivos de dinero”.
MOVILIZAR RECURSOS PROPIOS: “El
Banco del Sur apunta a coordinar la movilización de recursos propios,
incluyendo las monedas nacionales, en préstamos de desarrollo según las
prioridades continentales. Necesitamos tener una seguridad financiera
continental que nos permita tener un manejo mucho más inteligente de las
gigantescas reservas internacionales que tiene la región. Se calcula en
770 mil millones de dólares las reservas internacionales solamente de
los bancos centrales, a lo que hay que sumar los fondos de pensiones, la
platas de los bancos estatales y otros fondos de desarrollo, lo que
triplica esa suma, y que están siendo colocados por ‘razones de
seguridad’ en papeles de EEUU y Europa. Cuando los gobiernos y las
empresas de América Latina quieren acceder a créditos externos las
tasas de interés están en el 7 ó el 12% en algunos casos. Es una locura.
Necesitamos crear una nueva arquitectura financiera con nuevos
cimientos, que abra nuevos corredores que hagan circular los recursos
hacia el continente. De manera que no sólo resulte ser más barato, sino
que también más eficaz y auspicien proyectos de inversión regional”.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano


